viernes, 28 de abril de 2023

Dame aliento

Me levanto de golpe, como un resorte. Las imágenes de los sueños corriendo tras de mí por toda la casa, hasta la cocina, hasta el espejo del baño. Se sientan en el salón conmigo y me arañan la espalda. Contengo las náuseas y la respiración mientras doy un sorbo a la taza. La cabeza se me cae a las rodillas. 

Exhalo el aire y, cuando me incorporo, siento que el sofá se ha hundido un poco a mi lado. Percibo cómo alguien me coge la mano, entrelaza los dedos, me aparta el pelo de la cara y me susurra algo agradable. 

No hay nadie a mi lado, pero esas palabras me calan. Me van trepando por la espina dorsal, un suspiro se abre paso y la paz tropieza con mis pesadillas, enterrándolas. Me las repito cada mañana que vuelve a sucederme, esperando el día en el que consigamos desterrarlas para siempre.

domingo, 16 de abril de 2023

Raabta राब्ता

 Érase una vez un hilo carmesí atado al interior de una muchacha. El destino tiraba implacable de él, pero la joven lo intentaba ignorar tanto, tanto, que un boquete estaba empezando a dibujarse en su tripa.

Un día el hilo se enfadó. Dejó de tirar y comenzó a envolverla. Maniatada y casi inmóvil por tanto nudo, se tropezó con sus propios pies y rodó colina abajo hasta chocar contra el final de sus hebras.

Toda magullada y despeinada, sólo logró esbozar una sonrisa desde el suelo y musitar triunfante:

- Al menos le desafié un poquito. 

miércoles, 12 de abril de 2023

Cine mudo

Gabriel sujeta a Alain, que me apunta con un dedo, acusador, lleno de ira. Nunca le había visto estallar de esa manera. Parecía un león enjaulado recién liberado, sus movimientos cortantes y letales, como un filo en la oscuridad. No gritaba, sabía que no le permitía a nadie que me alzara la voz, pero todo lo que decía, cómo lo decía... era demoledor. Sobre todo su mirada, los músculos tensos, la inclinación de su torso como tratando alcanzarme. Gabriel, de espaldas a mí, decía más con su postura medio encorvada que si se hubiera puesto a hablar. Aguantaba estoicamente cada intento de Alain por escupirme las palabras a la cara. Su silencio también pesaba como una losa. 

Los dos se mueven ante mis ojos a cámara lenta.

La energía de ambos siempre tenía un matiz protector que nunca desaparecía, pero ahí sentada, en un tronco tirado en medio de la nada, no podía evitar percibir que reinaban más tinieblas y reproches que afán por mi bienestar. Lo peor de todo no era que yo estuviese allí con ellos encarando la situación, si no que estaba presente en cuerpo, pero nada más. Con la barbilla apoyada en un puño y la otra mano sobre el cuello, miraba la escena como si fuese una película. Aquello no me estaba pasando a mí. Era imposible. ¿Verdad? No entendía la situación, ni entendía el porqué. Ni las lágrimas ni las palabras hacen acto de presencia.

Miro a un punto fijo entre los dos jóvenes, en absoluto shock, y no siento nada de nada a parte del recuerdo de lo que yo sabía que debería estar en mí y, subyacente, un tremendo caos bajo las costillas que duele como hierro al rojo vivo contra la piel. 

Tomo aire y lo suelto despacio.

Esta vez, ni siquiera me alivia.

domingo, 9 de abril de 2023

Reducción de ruido

Puede que todo se reduzca a que te miren cuando hablas,
te recuerden cuando no estás,
te permitan aprender a su lado,
te hagan reír aun cuando no te apetezca
y te abran alguna que otra puerta que no sabías que necesitabas atravesar.

martes, 4 de abril de 2023

Siempre indeleble

- ¡Gabriel! La veo, por fin. Viene hacia nosotros. - Se oye afirmar a una voz grave y algo rasgada.

El aludido se levanta de la roca donde estaba sentado y otea el horizonte, abriendo los sentidos y percibiendo la energía de la joven a poca distancia. Intenta interpretar su estado de ánimo por lo que le llega de ella, quiere estar preparado, pero sobre un evidente pesar y malestar se han depositado otras muchas emociones que no entiende. Alain también parece arrugar el ceño mientras mira al suelo. Se frota las sienes, desconcertado por la información que ofrece el vínculo que tienen. Incluso alza la vista y mira a su compañero sin saber qué interpretar.

Deciden esperar a que llegue, pero en cuanto perciben su silueta, casi tienen que forzar a sus bocas a permanecer cerradas. En cuanto la joven pisa el claro donde se encuentran, empieza a escucharse una música que va aumentando su volumen según se aproxima. Pese al terrible aspecto que presenta, su rostro parece sereno, como si nada la sorprendiera. Alain es el primero en acortar distancias, abrumado por el sonido y lo que está viendo.

- ¿Qué carajos está sonando? - El volumen es tan alto que tiene que alzar un poco la voz.

- Vivaldi, El Verano- contesta ella sin cambiar de expresión.

Gabriel lee entre líneas. Abatimiento, resignación, nostalgia. Alain solo arruga la nariz y evalúa toda la situación sin encontrar ningún sentido a nada. Detrás de la joven, una ardilla aparece corriendo y un halcón la vigila imponente, desde las alturas. Sobre él, se proyectan dos cuadros que vibran solo con mirarlos. Apoyada sobre un árbol, está una estatua y un proyector de cine antiguo que traquetea mientras se escuchan diálogos en francés. Gabriel tampoco puede despegar la vista del despliegue que acompaña a la chica. Aún así, se pone a su altura y se esfuerza en mirarla a ella.

- Tienes la lengua azul - menciona, y ve como se le escapa una sonrisa antes de responderle.

- Lo sé.

- Y sirope en la barbilla.

- Lo sé. De chocolate.

- ¿Te has olvidado de cómo comer como una persona adulta?

- No he sido yo - musita con vergüenza mientras juega con algo que tiene en la mano.

Alain parece tan fuera de lugar que solo cambia su peso de una pierna a otra. Aún así, se nota como el enfado está empezando a aferrarse a sus extremidades. 

- ¿Cómo ha ocurrido esto? - masculla.

Ella se encoge de hombros y mira a Gabriel. Una pregunta en la mirada. Tras una leve afirmación por su parte, vuelve a enfocar a Alain.

- Quería quitarme algo de peso de encima... para que no fuera tan difícil esta vez.

Alain la mira sin pestañear. Baja un poco la cabeza y hace un gesto con las cejas, como evidenciando que no había más opciones a parte de la de seguir hablando. La joven suspira, agobiada. Se mira las manos, evaluando la mejor manera de explicarlo. Sus ojos se fijan en la piedra azulada que tiene aferrada. Mira al horizonte.

- Intenté guardar algunas cosas, ya sabéis, en las arcas. Que no estuvieran todo el rato en primer plano, pero... - lanza la piedra con todas sus fuerzas.

Gabriel y Alain siguen con la mirada el proyectil. Cuando desaparece en el horizonte, se miran de reojo y la observan. La chica, con la mano alzada sobre la cabeza y la mirada en el suelo, aguarda pacientemente. Un silbido chirría por encima de la música y, de pronto, algo impacta contra su palma. Baja el puño con gesto dolorido.

- He descubierto que es imposible - comenta. 

Todos sienten a la vez una amalgama de emociones que rebosa por doquier mientras ven cómo, al abrir la mano, la pieza de lapislázuli ha vuelto a su lugar.

- Da igual qué quiera dejar atrás. - Se mete la mano en los bolsillos y saca miles de cosas. Chucherías, una concha diminuta, una caja de té... - Siempre vuelve una y otra vez.

 Los tres observan discos de bandas de metal, un ejemplar de El nombre del viento, unas gafas de sol, una flor tremendamente curiosa, varias fotos que, para ellos, no significan nada, una grabadora que parece reproducir en bucle varios audios, folios y más folios llenos de escritos, un amuleto del Final Fantasy... Algunas cosas se caen al suelo. Ella se apresura a recoger un copo de nieve y a metérselo en el bolsillo de nuevo. Ese recuerdo es muy importante. Lo demás vuelve por su cuenta al mismo sitio. Se oye otro suspiro mientras termina de recolocar las cosas dentro del abrigo. 

- Tienes un tatuaje - comenta Alain, incrédulo, mientras le sube la manga y rasca la tinta para intentar quitárselo.

- En realidad, tengo varios - replica mientras retira la mano, divertida, y mira hacia atrás, a los animales, a las obras de arte. Se queda pensativa. -. Algunas cosas se quedan contigo para siempre, inesperadamente.

Justo cuando sus dedos repasan, distraídos, las extrañas palabras que hay bordadas en su camiseta, las notas finales de la orquesta encuentran su camino hacia el silencio.






lunes, 3 de abril de 2023

Cinco faltas.

La inexplicable sensación de que en este estúpido boquete hay algo que no he entendido, un instante malinterpretado, una frase que no se ha dicho y un momento que no se ha vivido.

sábado, 1 de abril de 2023