sábado, 2 de marzo de 2024

Un pie.

 Cierra los ojos y está allí. Respira profundo, sin abrirlos, y reconoce el olor, la textura de la hierba bajo los pies descalzos, el roce del viento en las mejillas. Lo que más la sitúa es la energía, con su vibración particular, su tempo y su cercanía. Mueve los dedos de las manos tamborileando sobre las correas de su mochila y cuando cuenta trece, abre los ojos de golpe.

El color, tan vívido, siempre la pilla por sorpresa. Las plantas brillan como esmeraldas bajo un sol radiante. Hace calor, pero no tanto como para ser asfixiante. Huele a pino y a eucalipto, a menta y, levemente, a fresas. Ve las montañas e imagina detrás de ellas el Lago de la Luna, así que comienza a andar con paso decidido.

La cuesta arriba se hace un poco pesada. Camina varias horas por los dominios del bosque y los pájaros se callan a su paso. La observan como quien no cree lo que está viendo. Llegando a la loma final la noche se recuesta en sus hombros, pero no hace un fuego hasta no alejarse varias leguas de la linde. Los árboles deben permanecer seguros.

Se sentó en una piedra y se calentó las manos, la mente sólo puesta en el camino. No estaba segura de si pasaron unos minutos o la mayoría de la noche la pasó en esa postura, pero de pronto, algo llamó su atención. Un movimiento ágil y sibilante, captado por el rabillo del ojo. Desvió la mirada del fuego y escrutó la oscuridad. Fuera del área que creaba su hoguera, una veintena de centinelas habían venido a por la intrusa. Pero no era una persona non grata, así que se habían quedado pululando a su alrededor en una extraña danza deforme de sombras sin soporte. Falsa alarma. Sus manos intentaban alcanzarla, no sabía si para atraparla o para darle la bienvenida. Con esas criaturas nunca se sabía, así que devolvió la mirada al fuego, tensa, y, cuando llegó la hora de dormir, situó el saco lo más alejado del perfil del círculo que le fue posible. Mañana seguiría la travesía.




miércoles, 4 de octubre de 2023

Mira a otro lado.

 Otoño lento, otoño amodorrado. El calor aún abrasa el suelo y rebota contra mí cuando salgo a pasear, pero no da tregua a los árboles, que se están empezando a desnudar. En estas fechas suelo adquirir una costumbre singular. Me quedo mirando las hojas de un viejo y retorcido ejemplar que siempre me ha parecido un superviviente entre sus altos y estirados camaradas. Todos apuntan hacia arriba y él ha debido cansarse de seguir alzando el cuello como ellos, porque se ha encorvado y mira al suelo, tozudo, curioso y arrugado. Incluso su tronco se ha engrosado para aguantar semejante empeño. 

A veces me siento un poco ese árbol. Me miro las manos y me sorprendo de este cuerpo, exactamente igual que él parece reírse, medio doblado, de ser el único en ese bosque que es consciente de que a todos se les están cayendo los cabellos. Y luego llega la primavera con su verde manto y el suelo queda despejado. Y yo me pregunto, mientras atisbo cómo el viejo árbol lame una flor, si todos los que se negaron a bajar la vista, fueron conscientes alguna vez de cómo había pasado el tiempo a su alrededor.




viernes, 29 de septiembre de 2023

domingo, 24 de septiembre de 2023

Cuarzo rosa.

Hablaba sobre las cosas que le gustaban. Daba un trago y seguía charlando con tono grave y centrado. De vez en cuando explicaba algo y movía las manos como si volasen por sus frases. Yo las seguía con atención.

Estaba narrando. Se le reflejaban luces verdes en el pelo y por mi parte, confieso que me había empapado los pies y casi no podía pensar en nada más. Pero todo era muy bonito, muy surreal. No sé por qué, pero yo veía todo con nitidez. Incluso su media sonrisa.

Estaba andando con las manos metidas en los bolsillos. Y agachó la cabeza y luego la alzó. No dijo nada, pero tembló un poco. Y al rato se fue. Y me dio mucha pena.

Estaba sentado y no paraba de decir cosas preciosas. Casi no lo veía con tanta oscuridad y nunca fui capaz de recordar ni una palabra de lo que había musitado, salvo un estrepitoso ¡¿cómo puedes ignorarlo?! Sin embargo, clasifiqué el instante como "hermosísimo".

Estaba llorando y murmuraba muchas cosas. Por primera vez vi sus miedos y sentí que podía, por fin, verlo a él. Luego esperé hasta que pudo volver a reír.

Estaba abriendo un regalo. Lo vio y se quedó en silencio. Luego hizo un puchero y fingió que no estaba emocionado porque estábamos rodeados de gente, mientras me daba las gracias repetidas veces. 

Estaba conduciendo y había luna llena. No había nadie más y estaba contento, así que canturreaba una canción.

Estaba riéndose y tuve que escucharlo en bucle una y otra vez para estudiar todos los matices de ese sonido. Luego dejaba que acabase el audio y lo volvía a oír hasta que me lo aprendía. Adicta perdida.

Estaba adormilado, agotado. La mano le caía relajada sobre el sofá y en la televisión se había quedado congelado un fotograma reciente. Todo estaba en paz.

Estaba bebiendo y miraba el horizonte. El columpio donde nos mecíamos bailaba bajo los rayos del verano. Y olía a hierba y a madera, y el té me supo de maravilla.

Estaba reflexionando sobre las relaciones entre diferentes personas a raíz de algo que yo había dicho. Movía el tenedor al fondo del plato, elevando las últimas piezas de arroz, y miraba a la nada, y a mí, de vez en cuando.

Estaba buscando algo. Y lo encontró y me lo enseñó entusiasmado. Y como no podía creerme lo que veía, se me cayeron las lágrimas de felicidad.

Estaba meditando. Tamborileaba en mi pierna mientras me hablaba de cosas que habían pasado hace mucho. Me estaba congelando, pero estaba enganchada a lo que decía y a las farolas que se reflejaban en el agua. Así que no moví ni un ápice.

Estaba andando y me cambió de sitio para que yo me situara dentro de la acera. Y luego dejó la mano en el aire, esperándome. 


Estoy segura de que me estaba hablando, porque me preguntó: ¿y tú?

Y yo sonreí y recordé todas y cada una de las múltiples veces en las que había pensado: "qué suerte tengo". Así que respondí sin dudarlo que "sí".

lunes, 11 de septiembre de 2023

Hipofrenia

Me estoy buscando una sustituta. 
Más lista, más bonita, más risueña, más creativa.
Que la quieran hasta el infinito, le ofrezcan más cosas, la traten mejor.
Más honesta, más afortunada, más centrada, más vivaz.
Que siempre la valoren, que obtenga más palabras de amor, la piensen a cada segundo.
La persigo con fervor y no la veo por ninguna parte.
Pero yo me sigo buscando una sustituta.

martes, 29 de agosto de 2023

Pegajosa.

Los pies se me quedan pegados al suelo. Parece que las suelas se me derritieran cuando atravieso algunos tramos. 

Me gustaría que no fuera cierto, incluso me avergüenza confesar que hace años que no consigo quitarme estos zapatos. Cuando los miro, apesadumbrada, el corazón empieza siempre a relampaguearme. Intento avanzar y parezco un ratón pegado a una trampa. 

El sol quema tanto que hiervo, como el camino, como el oxígeno que boqueo. Y me enfado porque quiero seguir corriendo, pero, sin venir a cuento, los pies se me vuelven a quedar, poco a poco, pegados al suelo.

martes, 15 de agosto de 2023

Corriente de aire

Parecía sencillo y era tan difícil como volar.

Pero ahora respiro profundo.
Me agito en dirección a la luna.
Rozo con las alas el viento.
Canto mientras sale el sol.
Me elevo con las corrientes.
Suspiro desde las alturas y caigo sólo para volver a subir.

miércoles, 2 de agosto de 2023

Chaqueta de capitán.

Soy muy feliz, pero hoy no consigo dormir. Siento que mis otras vidas me persiguen y, de alguna manera, el parecerme tan poco a ellas me está atormentando esta noche. Vamos a alejarnos un poco. Toma de perspectiva.

Viendo "la foto" desde lejos, acepto el hecho de que todos cambiamos y de que no hay marcha atrás. Nunca seré tan joven como hace un segundo, ni podré fingir que no he escrito estas palabras. La vida avanza tanto si estás listo como si no, hora tras hora y día tras día (en conceptos humanos). La vida sucede, imparable, y a veces es abrumadora.

La buena noticia es que existe un timón, ese que si aferras te permite escoger tu rumbo. Todos tenemos sitios a los que no queremos volver y lugares nuevos e infinitos que deseamos visitar. Quizás es cuestión de virar hasta que no cueste tanto remar... Hasta que nuestra evolución sea anecdótica y no el brusco salto de un barco sobre las olas del tiempo. 

Sí. Quizás hoy haya que ponerse la chaqueta del capitán.

martes, 18 de julio de 2023

Sugestión felina

Siempre asomando en las esquinas, 
te asusta con unos ojos brillantes 
y escondes de su vista los tobillos 
para que no te los muerda cuando pases.

lunes, 17 de julio de 2023

Upeksa

 Se mece en la silla y pasa la aguja por la tela. De izquierda a derecha. De derecha a izquierda. Pequeñas cruces van apareciendo y formando un dibujo. Lo observa y acaricia los hilos, intrigada por la imagen que formarán al final. Tras un rato de contemplaciones, alza la vista y la luz repiquetea de tal forma a esa hora que, al principio, el cristal de la puerta le devuelve sólo su propio reflejo, pero enfocando más allá, logra ver las hojas caídas formando un remolino en el suelo del patio. Suspira, embelesada.

El otoño empieza a secuestrar la naturaleza, como también se acerca inexorable hacia ella. Así lo anuncian las canas que se reflejan en la ventana y las que sonríen siempre desde el espejo del cuarto de baño. Quizás debería sentirse asustada por el rapidísimo paso del tiempo, pero siempre ha vivido una vida tranquila, feliz. Siempre con algún proyecto entre las manos, sucias de pintura, heridas de coser o de escribir, con barro bajo las uñas y también en la cara, por las salpicaduras del torno. No todo el mundo puede decir que ha amado su existencia, segundo a segundo, durante tantos años. Es una privilegiada y, algunas veces, quiere girar sobre sí misma y gritárselo al mundo, pero se contiene.

Se le escapa otro suspiro mientras atisba, por el rabillo del ojo, a su marido saliendo a regar el jardín. Camina despacio y se queda mirando el sauce de los vecinos. Sus ramas bailan para él y, por un instante, parece que la brisa lo mece con ellas. Se le escapa la sonrisa. Sí, han vivido una vida tranquila, feliz. 

Observa cómo la manguera escupe agua. La luz repiquetea de tal forma a esa hora que se dibuja un arcoíris mientras cae. Sonríe más y baja la mirada hacia la tela. De izquierda a derecha. De derecha a izquierda. ¿Qué imagen formarán al final los hilos?




domingo, 18 de junio de 2023

Ragaire

Las sombras se mueven a cada vaivén del farol que lleva en la mano. Entra como una fugitiva y se desliza por una pendiente, medio en cuclillas, arrastrando los pies. Luego se para y se concentra, evitando sentirse arropada por la energía del lugar. Sólo está de visita. Busca hilos en su mente y encuentra los dos más brillantes. Los sigue a hurtadillas entre los árboles.

Unos metros antes del final, posa el farol sobre una roca recubierta de musgo, abre la puertecita frontal y sopla la llama. El humo serpentea hacia las estrellas y el olor a quemado se le enreda en el pelo. La oscuridad lucha con las estrellas mientras ella avanza, apartando ramas y zarzas del camino. Tantea sus propios filtros y se asegura de que estén en su sitio. Segundos después, empieza a escuchar los murmullos, las voces. Ve las siluetas de dos jóvenes, pasándose lo que parece un vaso, a contra luz de una hoguera. Se hace pequeñita tras un tronco, alerta, escondida.

 ...terminar siendo de esta manera suspiro de alivio. Son demasiadas cosas, debería estar con ella.

El silencio se hace grande. Se remueve en su sitio, inquieta, escuchando el leve crepitar del fuego.

 Se apaña bien sin estar aquí escuchándonos a todos a la vez comenta otra voz. Por algún motivo, se relaja. Por mucho que me joda decirlo, a veces sobramos. Es inaguantable estar oyendo toda la mierda de arriba y repetir como loros lo mismo una y otra vez, en diversas versiones, a la cual más absurda y alejada de la realidad. A lo mejor es hora de que todo el mundo se relaje, montón de personas en el que me incluyo.

 Has sido un poco tirano — murmura la voz más tranquila.

 He sido lo que creía que tenía que ser para que se dignase a oír. No creas que no sabía que cogería y haría lo que quisiera después.

Se escucha una risa grave, contenida. Algo en su tripa también vibra con diversión. Cierra los ojos, se sienta sobre las raíces del árbol y apoya la cabeza en el tronco.

 Puede llegar a ser muy obstinada.  Se interrumpe para beber. No sé a quién me recuerda.

 Controlo más que ella e intento protegerla.

 Intentamos protegerla.

Tras una pausa, oye el choque de dos vasos y se le escapa la sonrisa. 

 A pesar de todo, cuando vuelva tengo que decirle...

 Alain  interrumpe la voz más dulce.

 ¿Qué?  Suena como un chasquido.

 "A lo mejor es hora de que todo el mundo se relaje".

 Qué perro eres.

Y mientras el sonido de la madera al ser movida se mezcla con sus carcajadas, nadie se percata de que unos pasos livianos se alejan en busca de un farol abandonado.


martes, 13 de junio de 2023

Funámbulo

 Lo que pisas no existe.


Levitas sobre la bruma que oculta bajo sus nubes

el suelo por el que realmente hay que caminar. 




viernes, 2 de junio de 2023

Dadirri

 Cogí aire como si fuese a hacer una inmersión profunda. Cogí aire y me zambullí en mí. Ese viaje se hacía solo unas pocas veces en toda una vida, supongo que por eso daba tanto miedo. ¿Quería nadar por todas partes? No. Estaba buscando una parte diminuta de mí, una que estaba sepultada y escondida desde hacía mucho tiempo. 

Sentí que me sumergía y flotaba por el infinito. Tenía que conducir mi voluntad de forma precisa hasta guiarme y lograr posar los pies en un suelo tosco y lacerante. Una vez allí, abrí y cerré las manos. Me enfrenté a la penumbra con un aplomo que no sabía de dónde salía. 

Unas diminutas ventanas dejaban pasar la luz hacia un pasillo eterno, tan infinito como pequeñas fuesen tus ganas de que acabase y te permitiera llegar a tu objetivo. Eso era todo. Cemento y luz. Aún así, yo llegué a la sala final a la primera. Todo mi enfoque estaba visualizando esa entrada. Suspiré antes de cruzar el umbral, entorné la puerta y avancé hacia una esquina. No enfoqué al pequeño bulto que había allí. Sólo me arrodillé ante él y me miré las manos, jugando con mis anillos.

- ¿Por qué has venido? - musitó.

Su vocecilla era pequeña, dulce y aniñada. Me miró por encima de los brazos, que recogían sus rodillas frente al pecho a modo de escudo. 

- Necesito saber cómo estamos - contesté sin muchos rodeos.

Sentí que ladeaba la cabeza. Supuse que era señal de que podía mirarla sin que se escapara. Solo había curiosidad en su rostro.

- ¿Cómo estamos? - repetí, esta vez en forma de pregunta.

Mis ojos evaluaron todo. Desde cómo desvió la mirada, hasta como se marcaron en la tela de sus  zapatos sus deditos jugando en el interior. Estaba pensando.

- Asustadas. Esperanzadas. Nostálgicas. Desconfiadas. - Sus murmullos se apagaban a cada palabra. 

Se acurrucó sobre sus brazos y comenzó a tamborilear con las puntas de sus zapatos. La observé atentamente, notando que el cansancio se apoderaba de mí. Un cansancio existencial que rebasaba mi entendimiento. La cabeza se me fue cayendo hasta que mi frente se apoyó también en sus bracitos, y sus piernas nos sostuvieron a las dos. Busqué su mano y acaricié sus dedos. Sentía que no podía más y que había demasiadas cosas que ya no podían ser.

- Estamos cambiando a mejor - añadió de pronto. Me sorprendió tanto que me quedé muda-. Luchamos por lo que queremos. Respetamos lo que decidimos. Nos enfrentamos al miedo. No saboteamos la esperanza. Aprendemos de la nostalgia. Vemos nuestros defectos. Arriesgamos para saber en qué confiar.

Noté que se me empañaban los ojos. Me acarició el pelo y me hizo alzarme para darle un abrazo, y que durante un rato fuera yo y no sus barreras quienes la protegieran. Se sentó sobre mis piernas cruzadas.

- Hemos aprendido. Hemos asimilado. Hemos admirado. Hemos conectado - canturreó, jugando con su falda-. Hemos crecido mucho. Estamos listas.

Me balancee involuntariamente, intentando taparla con mis brazos y adormecerla, aún sintiendo mi corazón galopar.

- ¿Listas para qué? 

- Para abrazar la siguiente aventura - susurró. No tardó en cerrar los ojos y quedarse dormida.