La reconexión se lleva a cabo cuando recluyes tu atención en algo que nadie más puede ver.
♥garaвaтo olvιdado♥
martes, 19 de noviembre de 2024
sábado, 2 de marzo de 2024
Un pie.
Cierra los ojos y está allí. Respira profundo, sin abrirlos, y reconoce el olor, la textura de la hierba bajo los pies descalzos, el roce del viento en las mejillas. Lo que más la sitúa es la energía, con su vibración particular, su tempo y su cercanía. Mueve los dedos de las manos, tamborileando sobre las correas de su mochila y, cuando cuenta trece, abre los ojos de golpe.
El color, tan vívido, siempre la pilla por sorpresa. Las plantas brillan como esmeraldas bajo un sol radiante. Hace calor, pero no tanto como para ser asfixiante. Huele a pino y a eucalipto, a menta y, levemente, a fresas. Ve las montañas e imagina detrás de ellas el Lago de la Luna, así que comienza a andar con paso decidido.
La cuesta arriba se hace un poco pesada. Camina varias horas por los dominios del bosque y los pájaros se callan a su paso. La observan como quien no cree lo que está viendo. Llegando a la loma final la noche se recuesta en sus hombros, pero no hace un fuego hasta no alejarse varias leguas de la linde. Los árboles deben permanecer seguros.
Se sentó en una piedra y se calentó las manos, la mente sólo puesta en el camino. No estaba segura de si pasaron unos minutos o la mayoría de la noche la pasó en esa postura, pero de pronto, algo llamó su atención. Un movimiento ágil y sibilante, captado por el rabillo del ojo. Desvió la mirada del fuego y escrutó la oscuridad. Fuera del área que creaba su hoguera, una veintena de centinelas habían venido a por la intrusa. Pero no era una persona non grata, así que se habían quedado pululando a su alrededor en una extraña danza deforme de sombras sin soporte. Falsa alarma. Sus manos intentaban alcanzarla, no sabía si para atraparla o para darle la bienvenida. Con esas criaturas nunca se sabía, así que devolvió la mirada al fuego, tensa, y, cuando llegó la hora de dormir, situó el saco lo más alejado del perfil del círculo que le fue posible. Mañana seguiría la travesía.
miércoles, 4 de octubre de 2023
Mira a otro lado.
Otoño lento, otoño amodorrado. El calor aún abrasa el suelo y rebota contra mí cuando salgo a pasear, pero no da tregua a los árboles, que se están empezando a desnudar. En estas fechas suelo adquirir una costumbre singular. Me quedo mirando las hojas de un viejo y retorcido ejemplar que siempre me ha parecido un superviviente entre sus altos y estirados camaradas. Todos apuntan hacia arriba y él ha debido cansarse de seguir alzando el cuello como ellos, porque se ha encorvado y mira al suelo, tozudo, curioso y arrugado. Incluso su tronco se ha engrosado para aguantar semejante empeño.
A veces me siento un poco ese árbol. Me miro las manos y me sorprendo de este cuerpo, exactamente igual que él parece reírse, medio doblado, de ser el único en ese bosque que es consciente de que a todos se les están cayendo los cabellos. Y luego llega la primavera con su verde manto y el suelo queda despejado. Y yo me pregunto, mientras atisbo cómo el viejo árbol lame una flor, si todos los que se negaron a bajar la vista, fueron conscientes alguna vez de cómo había pasado el tiempo a su alrededor.
viernes, 29 de septiembre de 2023
domingo, 24 de septiembre de 2023
Cuarzo rosa.
Hablaba sobre las cosas que le gustaban. Daba un trago y seguía charlando con tono grave y centrado. De vez en cuando explicaba algo y movía las manos como si volasen por sus frases. Yo las seguía con atención.
Estaba narrando. Se le reflejaban luces verdes en el pelo y por mi parte, confieso que me había empapado los pies y casi no podía pensar en nada más. Pero todo era muy bonito, muy surreal. No sé por qué, pero yo veía todo con nitidez. Incluso su media sonrisa.
Estaba andando con las manos metidas en los bolsillos. Y agachó la cabeza y luego la alzó. No dijo nada, pero tembló un poco. Y al rato se fue. Y me dio mucha pena.
Estaba sentado y no paraba de decir cosas preciosas. Casi no lo veía con tanta oscuridad y nunca fui capaz de recordar ni una palabra de lo que había musitado, salvo un estrepitoso ¡¿cómo puedes ignorarlo?! Sin embargo, clasifiqué el instante como "hermosísimo".
Estaba llorando y murmuraba muchas cosas. Por primera vez vi sus miedos y sentí que podía, por fin, verlo a él. Luego esperé hasta que pudo volver a reír.
Estaba abriendo un regalo. Lo vio y se quedó en silencio. Luego hizo un puchero y fingió que no estaba emocionado porque estábamos rodeados de gente, mientras me daba las gracias repetidas veces.
Estaba conduciendo y había luna llena. No había nadie más y estaba contento, así que canturreaba una canción.
Estaba riéndose y tuve que escucharlo en bucle una y otra vez para estudiar todos los matices de ese sonido. Luego dejaba que acabase el audio y lo volvía a oír hasta que me lo aprendía. Adicta perdida.
Estaba adormilado, agotado. La mano le caía relajada sobre el sofá y en la televisión se había quedado congelado un fotograma reciente. Todo estaba en paz.
Estaba bebiendo y miraba el horizonte. El columpio donde nos mecíamos bailaba bajo los rayos del verano. Y olía a hierba y a madera, y el té me supo de maravilla.
Estaba reflexionando sobre las relaciones entre diferentes personas a raíz de algo que yo había dicho. Movía el tenedor al fondo del plato, elevando las últimas piezas de arroz, y miraba a la nada, y a mí, de vez en cuando.
Estaba buscando algo. Y lo encontró y me lo enseñó entusiasmado. Y como no podía creerme lo que veía, se me cayeron las lágrimas de felicidad.
Estaba meditando. Tamborileaba en mi pierna mientras me hablaba de cosas que habían pasado hace mucho. Me estaba congelando, pero estaba enganchada a lo que decía y a las farolas que se reflejaban en el agua. Así que no moví ni un ápice.
Estaba andando y me cambió de sitio para que yo me situara dentro de la acera. Y luego dejó la mano en el aire, esperándome.
Estoy segura de que me estaba hablando, porque me preguntó: ¿y tú?
Y yo sonreí y recordé todas y cada una de las múltiples veces en las que había pensado: "qué suerte tengo". Así que respondí sin dudarlo que "sí".
lunes, 11 de septiembre de 2023
Hipofrenia
martes, 29 de agosto de 2023
Pegajosa.
martes, 15 de agosto de 2023
Corriente de aire
miércoles, 2 de agosto de 2023
Chaqueta de capitán.
Soy muy feliz, pero hoy no consigo dormir. Siento que mis otras vidas me persiguen y, de alguna manera, el parecerme tan poco a ellas me está atormentando esta noche. Vamos a alejarnos un poco. Toma de perspectiva.
Viendo "la foto" desde lejos, acepto el hecho de que todos cambiamos y de que no hay marcha atrás. Nunca seré tan joven como hace un segundo, ni podré fingir que no he escrito estas palabras. La vida avanza tanto si estás listo como si no, hora tras hora y día tras día (en conceptos humanos). La vida sucede, imparable, y a veces es abrumadora.
La buena noticia es que existe un timón, ese que si aferras te permite escoger tu rumbo. Todos tenemos sitios a los que no queremos volver y lugares nuevos e infinitos que deseamos visitar. Quizás es cuestión de virar hasta que no cueste tanto remar... Hasta que nuestra evolución sea anecdótica y no el brusco salto de un barco sobre las olas del tiempo.
Sí. Quizás hoy haya que ponerse la chaqueta del capitán.
martes, 18 de julio de 2023
Sugestión felina
lunes, 17 de julio de 2023
Upeksa
Se mece en la silla y pasa la aguja por la tela. De izquierda a derecha. De derecha a izquierda. Pequeñas cruces van apareciendo y formando un dibujo. Lo observa y acaricia los hilos, intrigada por la imagen que formarán al final. Tras un rato de contemplaciones, alza la vista y la luz repiquetea de tal forma a esa hora que, al principio, el cristal de la puerta le devuelve sólo su propio reflejo, pero enfocando más allá, logra ver las hojas caídas formando un remolino en el suelo del patio. Suspira, embelesada.
El otoño empieza a secuestrar la naturaleza, como también se acerca inexorable hacia ella. Así lo anuncian las canas que se reflejan en la ventana y las que sonríen siempre desde el espejo del cuarto de baño. Quizás debería sentirse asustada por el rapidísimo paso del tiempo, pero siempre ha vivido una vida tranquila, feliz. Siempre con algún proyecto entre las manos, sucias de pintura, heridas de coser o de escribir, con barro bajo las uñas y también en la cara, por las salpicaduras del torno. No todo el mundo puede decir que ha amado su existencia, segundo a segundo, durante tantos años. Es una privilegiada y, algunas veces, quiere girar sobre sí misma y gritárselo al mundo, pero se contiene.
Se le escapa otro suspiro mientras atisba, por el rabillo del ojo, a su marido saliendo a regar el jardín. Camina despacio y se queda mirando el sauce de los vecinos. Sus ramas bailan para él y, por un instante, parece que la brisa lo mece con ellas. Se le escapa la sonrisa. Sí, han vivido una vida tranquila, feliz.
Observa cómo la manguera escupe agua. La luz repiquetea de tal forma a esa hora que se dibuja un arcoíris mientras cae. Sonríe más y baja la mirada hacia la tela. De izquierda a derecha. De derecha a izquierda. ¿Qué imagen formarán al final los hilos?
domingo, 18 de junio de 2023
Ragaire
martes, 13 de junio de 2023
Funámbulo
Lo que pisas no existe.
Levitas sobre la bruma que oculta bajo sus nubes
el suelo por el que realmente hay que caminar.