Qué agonía es esta de suponer.
De creer y no saber.
Qué vaivén de imágenes me trastocan ahora el alma.
¡Desgraciado temor!
Locura es esta confianza atrofiada,
que me martiriza las costillas.
Cómo duelen los pasos inciertos.
Una y otra vez me hicieron tropezar.
Abridme las puertas del cielo.
Quiero descubrir desde allá arriba la verdad.
Quitadme este velo invisible que me ciega
y arrancadme las alas sin más.
No contaré a nadie lo que vi.
Nadie debe saberlo jamás.
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