"La lluvia intenta susurrarme las palabras correctas, pero no soy capaz de oír.
La gente habla y la entiendo, pero sé que el verdadero sentido de todo esto no me lo
pueden explicar en este idioma.
Alzo la vista, lectora, y miro al cielo. Recorro con los dedos su blanca caligrafía.
No lo entiendo.
Frente a mí, una rosa nace y extiende sus pétalos como si me fuera a abrazar...
pero no es a mí a quien espera.
pero no es a mí a quien espera.
La lluvia lame su seno hasta que se estremece.
Ninguna gota parece percatarse de sus espinas, pero ahí están para que yo
no pueda buscar en ella la razón de su esplendor.
no pueda buscar en ella la razón de su esplendor.
Empuño la tierra húmeda y la lanzo a mi alrededor.
Ya no estoy.
Ya no me ven.
Ahora sólo soy cenizas.
Ahora sí lo entiendo."
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resalta especialmente por su calidad literaria, sí que plasma a la perfección una sensación que sigue
persiguiéndome en ocasiones. La incertidumbre. >>
resalta especialmente por su calidad literaria, sí que plasma a la perfección una sensación que sigue
persiguiéndome en ocasiones. La incertidumbre. >>
Leerlo ha sido todo un privilegio. Sentir esa sensación, que usualmente me persigue también, es realmente toda una experiencia. Gracias Alba, gracias por plasmar aquello que aun me acompaña, aquella vieja compañera. Realmente preciso. Un abrazo, y gracias de nuevo
ResponderEliminarMe ha encantado la metáfora de la blanca caligrafía, como siempre muy bueno :)
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