sábado, 28 de septiembre de 2013

Viñeta de horror.

Cuando pienso en ello solo oigo un pitido agudo. Me veo desde fuera y ahí estoy yo, sola y quieta en la oscuridad de una habitación, iluminada por un péndulo luminoso que no es otra cosa que una zumbante bombilla vieja. Mis rasgos en blanco y negro de pronto se contraen. A cámara lenta mis brazos se levantan y cubren mis orejas mientras que mis ojos se cierran poco a poco. Los párpados se aprietan y al hacerlo, mi frente se arruga también. Mi boca se abre y aunque no se oye, se sobreentiende un grito desgarrador. Después dejo de verme a mi misma, porque la imagen se vuelve borrosa. Quizás estoy llorando. Los latidos de mi corazón, en marcha fúnebre, aún retumban en la habitación, haciendo que los pies de esta espectadora tiemblen bajo unas piernas que ya  no quieren sostener un cuerpo vacío.

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