miércoles, 9 de octubre de 2013

Lo que soy.

Cuando me miré al espejo, no hubo seña alguna de reconocimiento en mi rostro y, por un instante, pensé que me había perdido por completo. Me dije: ¿y si he cambiado tanto que ya no sé ni quien soy, ni dónde estoy, ni el rumbo que he tomado? Entonces me vi impulsada a hacer algo totalmente absurdo. Pegué la oreja al espejo y... sí. Allí, donde yo me buscaba, percibí un murmullo que fue reconocido por mi subconsciente como un latido. Más concretamente como MIS latidos, los que me daban vida... y me encontré de nuevo.

3 comentarios:

  1. Tomo nota. Cuando empiece a sentirme así, pegaré la oreja al espejo, a ver si escucho algo.
    Garonne

    ResponderEliminar
  2. Un espejo, un dilema, la incertidumbre, y algo profundo (a lo que tú llamas latido y yo llanto) que arranca desde nuestros adentros y que nos ayuda a definirnos cuando nosotros no encontramos la palabra adecuada para ello. Tú y yo sabemos de lo que hablamos :)

    ResponderEliminar