domingo, 27 de abril de 2014

A borbotones.

Las virutas de goma cayeron al suelo cuando deslicé la mano por el folio, que volvía a estar en blanco. Si forzabas la vista, todavía se adivinaban las palabras que lo habían adornado instantes atrás.

 <<Escoria. Bestias. Poder. Sombras. Adentrarse. Movimiento.>>

Eran cenizas de una idea bien planteada, incluso brillante, si me lo permitís. Era un enfoque creativo totalmente innovador, tan fresco que me abrumó desde el primer momento. Cuando terminé de plasmarlo sobre el papel fue cuando entendí que era algo pobre. Más que pobre, era basto, desgarrador, demasiado explícito para darlo a conocer entre mis allegados. Mostrar La Verdad a tanta gente iba a salirme demasiado caro. Entonces decidí destruirlo y sustituirlo por palabras que no desembocaran en un escándalo social. Pulí las ideas y las replanté en un escrito que no reflejaba absolutamente nada. Incoherente y fuera de lugar, como todo lo que no molesta, como todo lo que pasa inadvertido. Intrascendente. Y aun así fue cómodo de redactar.

Mentiría si negara que esto que leéis es lo que surgió de un abono tan sumamente maravilloso. Esta bazofia es exactamente lo que ha reemplazado a mi primer "yo"... y sin embargo sigue siéndome útil. Porque todo lo que surge de donde nacen las ideas es de mi propiedad, intransferible y único, y finalmente mi creación actuará de igual manera como panacea en mi interior y me dejará una clara sensación de tranquilidad.

Adiós a las palabras. Necesitaba engrasar unas cuantas bisagras para abrir por completo las puertas. Y lo he conseguido.

2 comentarios:

  1. ¿Ves? A esto me refería. Palabras que sustituyen palabras y que, sin embargo, sirven para expresar lo que sientes. Si te atragantas con una, buscas otra. Quizá son sinónimos o quizá cambian por completo el texto. Pero escribes tan bien, tan limpio, tan sincero...

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    1. Jo, gracias. Me alegra que te guste lo que escribo (sobre todo a la gente como tú, que me conoce y es blogger también jaja). A veces siento ese tsunámi de palabras que arrastran a los que escribimos y... yo que sé. Tenía que soltarlo.

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