viernes, 6 de junio de 2014

Reconstrucción-----[La esencia de las cosas (II)]

Desperté en un callejón sin salida. En una mazmorra sin puerta. En un solar sin aire.
Desperté y lo primero en lo que pude pensar era en que conocía ese lugar. No era la primera vez que pisaba aquellas piedras, arrastraba las manos por sus paredes y me preguntaba cómo podía salir de allí. El olor familiar de aquella habitación me hizo cerrar los ojos y apoyarme para no perder el equilibrio.

-Vuelves a necesitarme- la voz me sobresaltó.

Giré sobre mis talones y me encontré con un joven al que mi mente recordaba vagamente, como si en otra realidad nos hubiéramos cruzado y compartido una charla intrascendente. Mis ojos pasearon por su rostro tratando de ubicarlo en el tiempo, pero solo lograba enfocar retales de vidas que no parecía mías, recuerdos sin orden... pedazos de una historia.

El chico siguió frente a mí, con el rostro calmado, esperando a que terminara los trámites con mi pasado. Cuando notó que enfocaba de nuevo la vista, sonrió con pesar.

-Ha pasado mucho tiempo desde entonces- comentó, y sonó como si justificara el que mi memoria se hubiera vuelto tan frágil y olvidadiza.

Dio un par de pasos hacia mí y comenzó a pasear a mi alrededor. Me rozó la mano izquierda y me estremecí. Cerré los ojos mientras él comenzaba a hablar.

-Nos conocimos en un bar hace muchos, muchos años. Ambos perdidos, ambos rotos. Recuerdo cómo mirabas un vaso maltrecho y comprendía que estabas muy lejos de aquella barra de mala muerte- aunque no le veía, supe que volvía a sonreír a mis espaldas.

Su voz revolvía algo en mi interior. No sabría cómo explicarlo. Todo en él representaba soledad, pérdida... un vacío tan grande que nadie podría salvarlo si él no tendía su mano. Sin embargo, también había una luz en su forma de pronunciar las palabras. Había una certeza, una esperanza ciega que me deslumbraba. A medida que le escuchaba recordar, fragmentos de mi presente regresaron a mí. Cómo había llegado al interior de aquella piedra. Qué me había devuelto a mi encierro personal. Por qué había regresado. Mis sentimientos me golpearon y me hicieron boquear, pero él no cesó de hablar y, al cabo de unos minutos, retornó a mí el frío, la indiferencia. Sentí el boquete en la mente y comencé a procesar únicamente lo que percibían mis sentidos. La información del pasado, la información de mi cerebro, se desplazó a un lugar inútil en mi mente. Mi interlocutor calló de pronto y volvíó a situarse frente a mí. Una luz parpadeó sobre nosotros, como si de un momento a otro fuera a apagarse. Él me taladraba con sus ojos claros.

-Reconozco esa mirada. Fue exactamente así como te encontré la última vez. Desconectada. ¿Todavía no me recuerdas?- deslizó su mano por mi brazo hasta alcanzar mi mano y entrelazar sus dedos con los míos. Tiró de mí-. Estoy aquí para recuperarte, para sacarte de nuevo a flote.

Arrastró mi otra mano por encima de su hombro y se pegó más a mí. Algo en mi interior llamó a la puerta. Lo ignoré. Traté de explicarle que a esas alturas no necesitaba su ayuda y, de pronto, estábamos en una posición familiar, y él comenzó a arrastrarme de un lado a otro en el interior de la coraza en la que nos hallábamos. Un flash vino a mi mente.

-¿Bailamos?- musité.

-¿Cómo?

-¿Bailamos?- entrecerré los ojos para escudriñar la nada. Busqué en las paredes desnudas los recuerdos-. Sí... bailamos. En aquel bar. Tú y yo.

Noté cómo una sonrisa triste se dibujaba en su cara. Escuché un suspiro de alivio.

-Sí, sí... claro que sí. Esa noche bailamos- su voz volvió a garabatear en mi mente imágenes olvidadas-. Estábamos perdidos... ¿recuerdas? Tan lejos del mundo, tan huérfanos de esperanzas. Nos dimos una nueva oportunidad.

Él siguió moviéndose al ritmo de una música invisible. "Hoy también bailamos" comprendí. "Está intentando salvarme de nuevo". Una chispa me recorrió la espalda. Me apoyé más en él y traté de aprender una vez más cuál era la salida en aquella jaula de cristal, no obstante, supe que una parte de mí se encontraba a gusto allí dentro, como si en mi vida solo mereciera una cárcel llena de mis propios fantasmas. Como si perteneciera a aquel sitio.

-¿Qué te ha traído aquí esta vez?- preguntó con suavidad- Trata de recordarlo.

-A veces necesito estar aquí- la verdad se escurrió entre mis labios. Noté cómo la frustración asomaba en mi pecho-. Me destierro a mí misma cuando me siento perdida, para encontrar perspectiva. Pero a veces no me sale bien.

-Creo que algo dentro de ti lo sabía. Sabía que no estabas preparada para regresar. Por eso estoy aquí.

-A veces me destruyo más tratando de rescatarme- confesé, y una risa absurda me agitó la respiración.

-Baila- me ordenó-. No puedes derrumbarte de nuevo.

-Puede que eso sea exactamente lo que necesite. Derrumbarme del todo. Arrasar con las cenizas y renacer de ellas.

-O puede que si haces eso te pierdas para siempre- noté cierta inquietud en su voz.

El silencio dejó un nuevo vacío en la estancia. El único sonido que podía percibir era el de nuestros zapatos contra la piedra, el titilar de la bombilla... nuestros corazones.

-Esta vez no va a servir un solo baile- afirmé.

-Lo sé.

-¿Te irás?- un deje de preocupación impregnó mi pregunta.

Noté contra el cuello cómo negaba con la cabeza. Se incorporó un poco para mirarme a los ojos y dejó de moverse. Aguardó para volver a hablar. Mi mano resbaló por su hombro, y él la aferró y me apretó ambas antes de besarme los nudillos. Me perdí una vez más en sus ojos, como hacía años, en aquel bar donde el Jazz de fondo lo impregnaba todo.

-Esta vez vengo para quedarme. Cada vez que vuelvas aquí...- miró con tristeza la habitación en la que nos encontrábamos. Su voz sonó firme-. vendré a por ti.

-¿Para bailar?- susurré.

-No- negó con una pequeña sonrisa en los labios- para recordarte quién eres.


*La esencia de las cosas (I) http://garabatolvidado.blogspot.com.es/2013/10/aparecio-en-aquel-bar-de-mala-muerte-y.html
*** Erosión (III) http://garabatolvidado.blogspot.com.es/2015/02/erosion-la-esencia-de-las-cosas-iii.html

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