sábado, 27 de septiembre de 2014

Nómadas.

-Yo a ti te conozco.

-Es posible- susurró.

-¿No eres la protagonista de la película esa que dejé a medias el otro día?

-La misma.

-¡¿Qué demonios haces aquí?!

Ella sonrió avergonzada. Se encogió de hombros.

-Huir, supongo- musitó mientras se echaba a un lado. 

-No lo entiendo. ¿Cómo...? ¿Por qué?- le preguntó mientras se sentaba a su lado.

-La historia no iba a acabar muy bien. Era mejor retirarse a tiempo.

-Pero... ¿y la película? ¿Qué va a pasar con ella ahora?- notó su reticencia a hablar. La tomó la mano y apretó levemente-. Vamos, necesito saber lo que ha sucedido para comprender.

Ella apretó los labios y bajó la cabeza. Suspiró. Después alzo la mirada y volvió a sonreír brevemente. Guardó silencio unos minutos más mientras organizaba sus ideas. Cuando comenzó a hablar, su voz inundó la habitación.

-Hay veces que vivimos de historias que no nos pertenecen. Tramas que se nos entregan para que las observemos y las moldeemos, para que veamos en ellas lo que queremos ver de tal manera que sigamos adelante sin mirar atrás. Para que secuestremos pedazos y los utilicemos al construir nuestros propios guiones. Para retocarlas y que fluyan como es debido, y para otras muchas cosas que sólo se averiguan con el paso de los años. 
Hay puntos de esos cuentos en los que llega el momento de tomar decisiones pensando en uno mismo- hizo una pausa al decir esto, y esperó hasta que su interlocutor asimiló sus palabras-. A veces es hora de dejar que la historia sobreviva sin ti, y de dejar que la protagonicen otros. Entonces, cuando llega ese instante, cuando todo tu mundo se derrumba y decides renacer, es cuando hallas el camino hacia la felicidad.

El joven buceó unos segundos en aquella reflexión.

-Entonces... ¿qué ocurre si permaneces mucho tiempo en un lugar que no sientes como tuyo?

Ella se sorprendió por la pregunta y rió con tristeza. 

-¿Si no desapareces a tiempo? Dame la mano- le extendió la palma y posó su puño cerrado sobre ella-. Si no sabes cuándo retirarte de los caminos de otros, esto es todo lo que obtienes.

El chico esperó, pero no notó nada cuando la joven abrió la mano.

-¿Vacío?

-Sí...- susurró mientras asentía- La Nada. Un abismo tan oscuro que termina por arrebatarte todas tus fuerzas...

2 comentarios:

  1. La Nada no es lo que aparenta...
    y el miedo solo nos ciega a la belleza;
    no hay "formas seguras",
    esa es la dulzura de la existencia.

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    1. Me ha encantado, impresionante la reflexión que hace la protagonista. Si es que esa historia esconde tu realidad espero que encuentres a alguien o algo que llene ese vacío, esa nada.

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