sábado, 29 de julio de 2017

Dos velas

A veces miraba al cielo en busca de señales. Las nubes adquirían formas y las estrellas corrían fugazmente dejando palabras en el firmamento que sólo ella podía interpretar. No obstante, llevaba meses sin ver ningún indicio de mensaje en los astros, en el sol, las aves que sobrevolaban la ciudad o las tormentas. No entendía qué había podido cambiar en el juego, pero estaba claro que había reglas nuevas que no conseguía seguir.

Un día, cansada de no obtener respuestas, decidió dejar a medias la cena para sentarse en el tejado de su casa, con la espalda apoyada en la salida de la chimenea y el postre a medio comer entre los dedos. Masticaba despacio, abstraída, mientras observaba lo que se cernía sobre su cabeza. Estaba claro que el problema era que no estaba prestando suficiente atención. Su mente iba y venía, viajando sobre los recuerdos que la hacían dudar. Se hizo millones de preguntas en un lapso de tiempo ínfimo. No había señales. Comenzó a angustiarse.

De repente, el trozo de manzana que le quedaba rodó por las tejas, y alarmada, vio cómo se precipitaba al vacío. Esperó a escuchar el sonido de su desintegración sobre la acera, y se preparó para que la luz de su habitación se encendiera y la vinieran a buscar, pero este ruido jamás llegó. Extrañada, dejó a un lado la manta en la que se había envuelto y se arrastró hasta asomar la cabeza por el borde del tejado. Abajo, en la calle, justo a dos pisos de distancia, un joven miraba hacia ella. Sus ojos verdes se clavaban en sus pupilas, estudiándola. Creyó ver que algo se replegaba a su espalda, pero estaba tan sorprendida que no fue capaz de hablar o de procesar más información a parte del hecho de que un desconocido estaba junto a su puerta a las doce de la noche, y que la había pillado. Justo antes de poder hacer ningún movimiento, vio cómo él esbozaba una amplia sonrisa.

- Me han dicho que necesitas respuestas - dijo mientras alzaba una manzana que parecía recién cogida de un árbol.

De pronto se contrajo sobre sí. Le vio toser dos veces. Fue entonces cuando dos pequeñas plumas negras revolotearon desde su boca hasta depositarse, tranquilas, en el suelo.

6 comentarios:

  1. Wow que profundo me a gustado mucho Alba eres un dios para esto sigue así eres grande

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  2. Vaya vaya. Estoy leyendote más a ti que tú a mí.

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  3. Por qué dos velas? ambos están muertos? O solo ella? por eso ella pudo ver sus alas. O quizá él es un angel. Eso explicaría por que la manzana se renovó en sus manos.

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    1. Las manzanas siempre han estado asociadas a la tentación :)

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  4. Hay un dicho que dice "una vela para Dios y dos para el Diablo". Ella busca respuestas en el cielo, y las encuentra en el suelo. Es el juego de siempre. Arriba Dios, abajo el infierno.

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  5. Nah yo me fui para otro lado. Tenia entendido que cuando una vela se apaga sola es porque hay un espíritu cerca o algo así. Por eso pensé: dos velas, dos personajes, lo de la manzana o que ella miraba el cielo como si estuviera atrapada aquí en la tierra o que nadie fue a su habitación. Y se me ocurrió que quizá esta muerta...
    Bueno, algo nuevo se aprende. Gracias!

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