viernes, 12 de enero de 2018

La personificación de un sentimiento

- Hablemos claro- me dice mientras junta las manos frente a los labios y se inclina sobre la mesa que nos separa.

"Tan directo como siempre" pienso, mientras le sostengo la mirada sin mostrar un ápice de emoción en el rostro. Llevamos media hora sentados uno frente al otro, comiendo en silencio, midiéndonos... sabía que aquella batalla tenía que acabar tarde o temprano y, como era de suponer, no había sido yo la que me había dado por vencida. En cuanto él lanzó su servilleta sobre la mesa, supe que había ganado el primer asalto. Me limpié la boca con educación y doblé la tela con parsimonia, dejándola al lado de una copa de vino intacta. Sabía que esas cosas le irritaban. Mi calma, mis gestos mecánicos... mi máscara.

- Voy a estar aquí para siempre. Pisándote los talones, acechando. Cuando creas que me he ido, apareceré ahí, en tu mente, en tu corazón. - me señala y su dedo me sentencia. Comienza a elevar el tono, aun firme, calculador, gélido-. Cuando respires y notes agujas seré yo. Cuando finjas delante de otros que no existo me estarás sintiendo, muy frío, en las manos. No puedes escapar de mí.

Miro sus labios apretados, sus ojos negros, sus manos arrugando el mantel. No digo nada. No entiendo por qué el cristal de las copas no se resquebraja. Tengo que aguantar. Ladeo la cabeza mientras deslizo la mirada por su traje, la corbata perfectamente anudada, la flor marchita en el bolsillo. Me pregunto si alguien más puede verlo. Golpea con furia la mesa y me yergo en la silla.

- ¡¿CREES QUE PUEDES IGNORARME?! Esto no es nada, ¿me oyes? No sabes hasta dónde puedo llegar - se levanta como un resorte y barre los platos con el brazo. Todo estalla contra el suelo. Casi a punto de rozarme la cara, baja el tono hasta crear un susurro envenenado -. ¡REACCIONA! Jamás podrás huir, porque estoy atado a ti, porque sin mí no eres. Nunca has sido.

Y noto que se apartaba de mí, y logro enfocar la vista hasta las puertas del local, que giran pese a estar vacías. Me quedo petrificada un instante, pero de pronto ya está aquí. Me encojo sobre mí misma y saco las manos de debajo de la mesa, temblorosas. Con la frente apoyada en el mantel teñido por el vino, me permito respirar. Sé que tiene razón, y que nunca podré hacer nada al respecto.


7 comentarios:

  1. Muy bueno. No se puede escapar de los sentimientos y tampoco luchar contra ellos. El día que sepa hacerlo te lo diré.

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    1. A veces "corazón de piedra" logra ignorarlos levemente. Pero es un espejismo.

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  2. Al final te acabas acostumbrando a ese loco con déficit de atención

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  3. Una de las grandes verdades en la que vivimos pero que la mayoría de las personas las ignora o simplemente no las quiere aceptar!

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  4. que amenazador el personaje que representa los sentimientos, parece como si sentir fuera algo malo, y en cierto modo lo es, pues sufrir es un tipo de sentir. Precisamente el sufrimiento es el tipo de sentimiento que tratamos de eliminar, y al final del relato parece que sea imposible. No obstante, merece la pena luchar por reducirlo, aun en el caso de que nunca podamos eliminarlo

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    1. Estaba representando, efectivamente, una conversación con el dolor ^^
      Un abrazo.

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