sábado, 17 de febrero de 2018

Distráete

Y cuando ya no queda nadie, y no hay luces en las ventanas, y no hay pisadas sobre la tarima, y no hay gritos, alarmas, motores o risas, mira al rededor y suspira. Se le viene encima la realidad en ese silencio tan opaco, que aumenta la gravedad. Contiene el aliento y encuentra resistencia al tragar, y su atención se fija sin quererlo en su interior, en su estado de ánimo, en sus anhelos y en sus miedos. Trata de encontrar un camino de huida, pero todo se torna más oscuro, porque cuando ya no puedes fijar la mente en algún humano que casualmente está contigo en el vagón del metro, en la acera de camino a casa, en la cola del café, entonces es cuando te tienes que enfrentar a ti mismo.

No todos estamos preparados para hacerlo. Esa joven que se sienta en el suelo y al cabo de dos minutos termina tumbada sobre él, comienza tanteando el presente, pero no se queda ahí. Empieza a bucear por su realidad inmediata y termina ampliando su análisis. Y entonces llega el agobio, el mal cuerpo, las nauseas. Y ya no percibe sólo su situación. Encuentra los rotos de las historias de su alrededor. Visualiza las cosas que están mal. Porque tienen que estar mal. ¿Verdad? Y tiene que hacer algo. Se desespera. Hay cosas que no deberían ser así. ¿Por qué no hay nada en su sitio? De pronto ha retomado una historia del pasado que claramente se escribió mal, y que siguió un camino que no debía de ser el correcto. Se tensa. Tiene que hacer algo. No es justo. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Quién mueve los hilos? La vía para solucionarlo existe pero es escabrosa. ¿Si elige esa opción puede arreglarlo? ¿Y si dice esas palabras que...? ¿Y si...? Todo está mal. Mal. Mal. Mal. El puzzle no encaja, mierda, joder ¡¿qué se supone que deb...?!

Silencio.

Algún reloj en un cajón está haciendo ruido y no se ha dado cuenta. Gira la cabeza. Quizás viene del piso de abajo. Mira al techo. En el suelo se está bien. La lámpara no alumbra mucho. El techo tiene una mancha de la pintura que corresponde a la pared. Suspira. Roza con las yemas la tarima. Hay pequeños huecos. Quizás se cayó algo aquí, o los tacones de mamá rayaron el suelo. El cuadro de la pared está torcido. Hace tiempo que no ve a esa chica de la foto. Se toca el pelo. Debería cortárselo.

Silencio.

Los engranajes invisibles chirrían, pero los ignora. Aunque no haya humanos en esa habitación, a veces se distrae con las cosas pequeñas. Porque ya se sabe de memoria las vías de escape. Porque si no consigue frenar a tiempo los trenes, unos se chocan con otros.

Silencio.

Algo duele.
Pero como está siempre ahí se termina acostumbrando.
Se incorpora y coge un libro.
Distráete.
Y las primeras palabras que lee hacen suficiente ruido.


7 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho, porque me siento muy reflejado. No hay que distraerse. Hay que avanzar, dejar de lado el "debería", sin embargo yo me enrosco en mi bucle y no salgo. Así que como consejo te digo es que no te quedes mirando las musarañas es lo peor que puedes hacer. Sip, habla la voz de la experiencia.
    Por lo demás, fantástico. Pero tengo una pregunta para ti.
    ¿Qué eres, más escritora o cantante?
    Me gustan las dos facetas.
    Ánimo y a pensar un "poquito menos"

    ResponderEliminar
  2. Soy más escritora porque creo que no se puede "ser" cantante. Quizás "compositora" :)
    Al fin y al cabo ambas facetas son creativas. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. Evolución... No sé en que estado estás, pero he de decir que lo que escribes me gusta cada vez más. Este texto es súper bonito, a pesar de reflejar una situación de ahogo. Transmite un montón, me encanta. Ver cosas tan inspiradoras y tan bien hechas me alegra después de tanto gris. Gracias! Me has animado mucho

    ResponderEliminar
  5. Comparto lo que ha dicho Juan Carlos Quintana sobre enfrentar los problemas.

    Me llama la atención, yendo al texto, cómo la mente de la que se sienta en el suelo logra conectarse con las mentes de todos los de alrededor

    ResponderEliminar