jueves, 16 de agosto de 2018

ZERO

Y ahí delante, como hacía 3 años, el muro de cuatro metros me miraba altivo. Era la primera imagen que vi después de hablar con el Oráculo, y era la primera edificación que la subrealidad me mostraba después de su absoluta desaparición. Fue una lástima que todos los lugares que había conocido tuvieran que ser borrados, pero que, sin embargo, los recuerdos siguiesen anclados a mí.

Otra de las cosas que me parecía extraña era que el maldito muro se hubiese regenerado. Allí parada observando las piedras que lo conformaban, me pregunté si sería ese el epicentro de mi propio mundo, sin yo saberlo. En fin. A veces creamos cosas que ni siquiera nosotros logramos comprender del todo.

La verdad es que fijándome bien, no era exactamente el mismo muro que recordaba haber dejado atrás. Estaba deteriorado, como si de 2015 a 2018 hubiera sufrido más que en un espacio al aire libre realista. Las enredaderas eran lo más llamativo. Tuve que escarbar y apartarlas para encontrar la maldita puerta, ese boquete extraño por el que había logrado salir y, cuando dí con él, los laterales estaban tan desgastados como el resto. Me agaché para entrar en cuclillas por el pequeño agujero. Notaba cierta resistencia en el aire, como si no me quisiera dejar entrar. De hecho, la última vez se había cerrado por completo. ¿Qué estaba pasando?

Luché contra la atmósfera opresora, contra la desaparición de la luz. Los sentimientos se iban amortiguando. Respiré. Necesitaba mantenerlos conmigo, me concentré en que no desaparecieran. Necesitaba entrar, y no sabía por qué. No había otro sitio al que ir, todo era Nada en la subrealidad, y yo tenía que seguir el Camino.

Arrastré las manos por el suelo y sentí arena seca, fina, entre los dedos. Avancé a ciegas y, de pronto, noté la humedad del ambiente cambiar. Di un paso más y mi pie quedó colgando. Debía de haber atravesado la muralla. Traté de recordar cómo era el interior, pero mi salida de aquel lugar había sido extraña, sentía la memoria espesa y vaga cuando trataba de crear una imagen sobre el suceso. ¿Había habido alguien allí conmigo? ¿Qué?

Bajé desconcertada del túnel y caí de bruces al suelo por no calcular bien la distancia del salto. No se veía nada y no me gusta la oscuridad. Me levanté apresuradamente y palpé el muro detrás de mí. Pensé en él como el Sur. Traté de avanzar recto, moviendo las manos por delante de mí, procurando no chocar. Mi pie topó con una esquina. Mi mano derecha siguió la pared que había aparecido. Algo tiraba de mí. ¿Dónde estoy? ¿Por qué he vuelto? Estaba haciendo una curva. Noté aire frío en la cara, y de pronto en mi espalda, y rugió y me empujó por un recorrido que no entendía. Se apagó como una llama y me dejó en una sala blanca que me arañó los ojos con su resplandor. Aparté la vista y me tapé con el brazo huyendo de la quemazón, pero como todo en esta vida, te acostumbras rápido a los cambios. Conseguí enfocar la mirada.

No estaba en una sala blanca, me equivocaba. Todo estaba igual de oscuro que al principio, salvo por una extraña mesa en el centro de la estancia, que parecía más bien una cueva dentro de un laberinto. Desde mi perspectiva, sólo veía los pies de alguien que yacía tendido sobre ella, inmóvil. Supuse que tendría que haber sentido miedo, pero estaba vacía salvo por un eco palpitante que había conseguido salvar en la travesía.

Me acerqué despacio y empecé a sentir calor. Rodeé la mesa hasta que pude extender un brazo y tocar el cuerpo que allí se exponía. Mis ojos pasearon por los pies descalzos, los pantalones simples y la camisa blanca. Me paré en el cuello y en un colgante que me llamó la atención sin saber porqué, y luego... vi su rostro. No estaba segura de quién era, pero tan pronto como le vi, mi cuerpo no pudo moverse más. Mi mente viajaba por los recuerdos a una velocidad extraordinaria, buscando patrones, coincidencias, nombres. Una luz en todas esas sombras se iluminó. Arrugué el ceño desconcertada. ¿Estoy en otra vida? Tragué saliva y me di cuenta de que sentía de nuevo, de que el frío se había ido. Acerqué mi mano a la del joven, que parecía dormido, en medio de aquella estancia. Un flash terminó por robarme el aliento.

- ¿Gabriel?

Mi voz sonó rugosa y apagada, como si llevase años sin utilizarla. Rebotó en las paredes del interior del muro y volvió a nosotros. Miré la entrada a la cavidad como esperando que apareciera alguien, pero nadie más habitaba los confines de la subrealidad. El chico abrió los ojos despacio, como si llevase dormido una eternidad. Después los cerró de nuevo y me apretó la mano. Recordé algo.

- Me has dejado entrar de nuevo - musité.

Segundos después, una voz familiar me contestaba.

- ¿De nuevo? - sonaba cansado -. Lo has reiniciado todo. Seas quien seas y recuerdes lo que recuerdes... Nunca sucedió.

Solté su mano al instante.

- ¿Sea quien sea?

El tono de pánico en mi voz debió ponerle en alerta. Miró a su alrededor, miró su mano, la que había estado agarrando, y por último me miró a mí. Se incorporó sobre los antebrazos y yo me fui alejando inconscientemente. Me observaba sin entender mientras yo hacía lo mismo con él, sintiendo que a cada paso que retrocedía una cuerda entre nosotros se tensaba más y más.

- Para - me ordenó, y frené sin rechistar.

No podía respirar. Me quedé inmóvil súbitametne, justo en la brecha entre sentir y no sentir nada. Parecía que de pronto todo iba muy rápido. Las cosas en la subrealidad a veces no funcionaban como era de esperar. El chico dejó los pies colgando de la mesa blanca y bajó, torpe. Acomodó sus pies en el suelo de tierra y vi cómo titubeaba al caminar. Comenzó a alejarse de la luz para venir hasta la penumbra. Se acercó tanto a mí que tuve que mirar hacia arriba.

- ¿Nos conocemos?

Sintió mi dolor. Lo supe por la forma en la que se inclinó de pronto, como si algo le hubiese golpeado. Me miró aún más desconcertado, no por encima. Me miró a las pupilas, atravesó capas y capas de vida. Sintió la conexión. Alargó una mano hacia mí y retrocedí un paso. Su mirada me alertó y me trató de frenar. Supe que si me alejaba más apagaría todo de nuevo. Bajaría los interruptores.

- Déjame verlo.

Levantó las manos en son de paz. Me quedé quieta, temblando, rogando por dentro que se acordase. Que no me dejara sola incluso cuando no recordaba del todo aquel lugar. Se acercó despacio y posó una mano en mi frente. Tras unos segundos la retiró y sentí un chasquido. Cerré los ojos a la vez que él. Sentí el calor. La energía subiendo desde el suelo, utilizando nuestros pies para llegar al cuerpo y canalizarse. Le escuché respirar profundo.

- ¿Una casa añil?
- Sí - y el alivio nos dejó por fin respirar.



No  de

3 comentarios:

  1. Sublime metáfora de sentimientos. Siempre que leo cosas de este estilo recuerdo esa frase de Moulin Rouge: "El amor es como el oxígeno". No conozco nada más asfixiante que conocer el amor y desprenderte de él.

    Me ha encantado. Sigue así.

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  2. Extraño pero muy bonito e intenso a la vez y me iba sorprendiendo cuando iba leyendo más y más.Me ha hecho recordar a gente desfavorecida en la vida(gente con minusvalías,enfermedades incurables,etc,etc)no me preguntes el por qué porque no lo sé.Además mientras escribo esto estoy escuchando tus covers y me estoy reconciliando un poco con el mundo(últimamente estoy de morros con todo dios y la verdad no tengo mucho motivo, el mundo sigue = que como acostumbraba ) y sintiéndome orgulloso de mi familia(mi madre es enfermera y trabajó en una unidad de día de enfermos gástricos y de cáncer,bueno lleva 35 años de enfermera en Ferrol y cercanías y me siento muy orgulloso de ella)Bueno,un saludo y no sé si sigues haciendo covers pero por pedir estaría bien uno de Barricada blanco y negro.Saúdos dende Pontedeume,Galicia de Miguel Martínez Rico(Lo último fue en gallego xq es lo que hablo y escribo habitualmente y me cuesta escribir castellano)
    PD:no me gusta mucho el heavy,mas bien casi nada,pero cuando encuentras a alguien que lo hace tan bien y viviste en un piso en A Coruña 3 años rodeado de jebachos que no ponían otra cosa pues el oído acaba desarrollando un gusto :)

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  3. PD2 : lo de jebachos no es despectivo,por lo menos yo nunca lo entendí así,depende de como lo uses.Yo soy un friki de los deportes y en especial del ciclismo y a mucho orgullo y friki también puede ser despectivo dependiendo del tono

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