viernes, 1 de julio de 2022

Presencia

La energía que desprendía traspasaba las paredes. Era una ola de calma casi susurrante, que se arrastraba por todos los recovecos de la habitación. Cuando se reía, pequeñas ráfagas de electricidad te pinchaban, buscando puntos débiles. Era contagioso, un evento imposible de pasar desapercibido.

La luz de la habitación iba cambiando. Atardecía. El tiempo desaparecía rápidamente. Sus "¿estás mejor?" se oían distantes, como pequeñas gotas de lluvia lamiendo un cristal roto. No se enteraba de que lo amortiguaba todo, como la hierba naciente en un campo abatido por las tormentas. Allí yo solo me sentía tierra; profunda, resistente e imperturbable. Y todo me olía a petricor. Y estaba en paz.



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