ir a las afueras de la ciudad para celebrar cierto cumpleaños, de cierta persona, que casi nadie conoce.
Pensó que sería un buen día. De hecho, lo fue hasta que a mitad de la reunión, apareció ella con él. Su
sorpresa, sin embargo, fue menor que su dolor... parecido al de dos cuerdas estirando de sus costillas hacia
lados diferentes. A partir de ese momento, el humo de los cigarrillos era casi tóxico para respirar y los
decibelios de la fiesta excesivos para sus oídos. Por ello, acabó tirado en la hierba, apartado del resto,
botella de alcohol en mano... pero con el paso de las horas comprendió que ni todos los litros de whiskey
que podría beberse conseguirían calmar un ápice de la desilusión que sentía."
*Este texto fue redactado el 6 de Noviembre de 2010, cuando tenía 16 años.
Sigue sorprendiéndome lo que escribía.
Me gusta. Me siento más o menos identificado... solo que sin el whiskey. Me pasó algo parecido.
ResponderEliminarMe siento bastante identificado... Me sucedió hace un buen tiempo. Y hice lo mismo.
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