Siempre será un bucle de inestabilidad.
A veces, tan asiduo que te acostumbras,
como al bamboleo de un barco surcando el inmenso mar.
Pero las aguas siguen siendo igual de profundas,
y golpearán la proa cabezotas, repetitivas y, sin embargo, blandas.
Tan líquidas que, de una en una, a penas se percibirán,
pero que al cabo de cientas, harán que la madera no brille
y que, deslucida, pida otra capa de pintura para disimular.
Qué pena que las mellas no se borren por mucho color que eches
y que, de pronto, los boquetes rompan el bucle, y te hundas.
Curiosa reflexión.
ResponderEliminarJack cabía en la tabla maldita sea.
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