sábado, 12 de octubre de 2013

La esencia de las cosas (I)

Apareció en aquel bar de mala muerte y se sentó con elegancia en uno de los taburetes altos que rodeaban la sucia barra en la que yo había caido hacía más de una hora. Nos separaban unos metros y, quizás, unas cuantas copas de más. Me obligué a despegar los ojos de él y a fijarlos en el vino que sostenían mis manos y en el cristal que abrazaba su contenido para no permitirle salir. 

-Una cárcel transparente para el vino y una cárcel de cristal para mí- pensé con ironía. Quise romper a llorar.


El movimiento de un abrigo me hizo girarme hacia mi acompañante y comprendí que mis minutos de quietud habían llamado la atención del recien llegado. Su aspecto despreocupado, su mirada evaluativa taladrándome desde unos iris azules y su olor, me hicieron quedarme en blanco. De no haber sido él, habría adivinado que se trataba de otro hombre que busca provecho de una mujer que bebe sola. De no haber sido él, habría huido en cuanto tuve oportunidad. Pero el problema era que ese joven tenía la energía de quien necesita dar al mundo, y no la de quien busca arrebatar. Por eso me quedé sentada. Por eso nos observamos durante largos minutos y más tarde, le dejé romper el silencio que nos separaba.


-Has venido buscando algo y donde creías que lo encontrarías, no estaba- afirmó y, tras sus palabras, adiviné una sonrisa de quien sabe más de lo que dice.


-No te equivocas, excepto en el hecho de que yo ya sabía que mi búsqueda sería en vano y, aun así, estoy aquí sentada, bebiendo vino barato y esperando un milagro.


Volví los ojos hacia la copa de vino con pesar y la agité para observar una vez más el movimiento de su contenido. Unas manos cálidas se cerraron sobre mis dedos y los deslizaron hacia abajo para soltar mi agarre. Admiré los movimientos suaves del individuo que se había propuesto salvarme aquella noche y, por qué no, le dejé hacer el papel de príncipe. Sonreí con tristeza cuando le vi dejar su vaso de whisky al lado de mi copa, pero de pronto le sentí tirar con suavidad de mis manos para que me levantara de mi asiento.


-El milagro se producirá si bailas conmigo.


Agucé el oído y me percaté por primera vez en todo el tiempo que había pasado en esa barra de que, efectivamente, un perfecto ritmo marcado por notas de jazz llenaba el ambiente y se mezclaba con el humo de la sala hasta hacer que todos los presentes, incluidos los borrachos, recibieran la visita de la melancolía. Miré a los ojos a mi acompañante y, aunque caí sin rechistar en la profundidad de una mirada que esperaba con ansia iniciativa por mi parte, tuve fuerzas para decir:


-No sé quien eres- y él suspiró, y después alzó mis manos y besó mis nudillos con apenas un roce.


-Ni yo sé quién eres tú, pero eres la única persona en este momento que puede acompañarme y hacer que me sienta menos solo, menos cansado, menos nada- y lo peor fue que comprendí sus palabras y le seguí.


Mis pasos eran débiles, pero él me sostenía con firmeza. La mano derecha a mi espalda. La mano izquierda sosteniendo mi derecha y nuestras ropas estrechándose a cada paso. El vaivén de su olor me taladraba el pecho. ¿Quién eres? ¿Por qué tú? ¿Por qué nosotros?


-¿Por qué?- pregunté sin darme cuenta.


-Baila conmigo. Olvídate de todo. Olvida el alcohol, tu casa, las normas y sobre todo quién eres. Hoy solo necesitamos bailar. Lo necesito...- susurró y, cuando alcé la mirada, vi que tenía los ojos cerrados. 


Debió de sentir que le observaba, porque sonrió y se escondió de mi vista apoyando la mejilla en mi cabeza. Fue un gesto tan tierno que me hizo esbozar una tímida sonrisa a mí también y que, de pronto, me hizo sentir que no estaba con un desconocido, sino con alguien que llevaba tiempo buscando, con quien compartía una extraña intimidad que  nadie podría intuir hasta vernos al lado.


Mientras las notas de jazz se iban perdiendo en una taberna que ya solo ocupábamos dos extraños, el sueño comenzó a alzar sus dedos sobre mí. Cerré los ojos y me apoyé sobre el único hombro que habría podido alzarme en aquel instante. Automáticamente nuestro vaivén se hizo más lento. Sentí que ni siquiera necesitaba sostenerme en pie, porque él me sujetaría para toda la eternidad.


-¿Quién eres?- pregunté de nuevo.


-Solo un alma que buscaba con quien compartir la soledad. Y que para su suerte, lo ha encontrado- musitó-. No pares de bailar.


-Estoy cansada- ni siquiera estuve segura de haber dicho aquello en voz alta.


-Descansa sobre mí- y sentí que cambiaba su peso y su agarre, y aquello pareció más un abrazo que una postura de baile. 


Y entonces el arrullo de su palpitar y la música, y quizás también el calor que emanaba de su cuerpo.... o quizás su pecho vibrando mientras tarareaba la última canción que bailamos... o quizás... No sé. No recuerdo qué ocurrió, pero la cuestión es que olvidé las palabras. Olvidé cómo había llegado a ese bar. Olvidé mi origen, mi procedencia y mi nombre. Horas más tarde sentí la mullida hierba en la espalda, la brisa del exterior en el rostro y mi mano alzándose a cada respiración de aquel joven. No habíamos vuelto a hablar, solo compartimos el sueño y nuestra presencia y, por una vez, no necesité nada más. Y supe que él lo sabía, porque nunca, nunca... me pidió otro baile.



*Podéis preguntarme de dónde salió esta historia, que ni siquiera es un relato completo. No podré responder. Solo sé que necesitaba escribir o dejar constancia de lo que quería en estos instantes. Un algo, un ente, una presencia que esté ahí. Y que esté ahí sin más. Una conexión o un "lo entiendo, pero baila conmigo. Sé que es lo que necesitas". Nada más. Y esto es lo único que he obtenido hoy...

**Reconstrucción---La esencia de las cosas (II) http://garabatolvidado.blogspot.com.es/2014/06/reconstruccion-la-esencia-de-las-cosas.html

5 comentarios:

  1. Puede que no sea completo, pero el relato, o el fragmento del relato, es muy bonito y muy tierno. Sin embargo, hay una parte en la que me pierdo del final, están en el bar, bailando... y siente hierba en la espalda ¿era un sueño, algo más después del baile o alguna metáfora que se me escapa?
    Sigue escribiendo Alba, escribiendo y cantando, todo esto que haces, te queda alucinante, aunque sea como ahora en modo escritura automática ;)
    Enhorabuena.

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    1. "Horas más tarde, sentí la hierba..." era una forma de dar un salto temporal. Salen del bar, pero siguen juntos... :) Gracias Marco. Me alegra que te gusten mis paranoias nocturnas jajaa

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    2. Ah vale, algo más después del baile entonces XD. Me encantan tus paranoias nocturas o diurnas que imagino que no todas serán de noche jajaja, lo que me extraña que no lo supieses ya jeje :P

      Por cierto, los comentarios de otros post tuyos en los que hablo como Kirtash, también soy yo... no sé por qué unas veces me lo pone con mi nombre y mi foto y otras con mi nick y un triángulo con un símbolo de admiración jajaja XD

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  2. Es sencillamente excelente... Felicitaciones. Me llevaste a ese momento y senti que era la protagonista... Me encanto

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  3. El final es exelente: es a la vez tan vago y tan exacto... Y al leer uno puede imaginarse muy bien la escena. Realmente el relato es precioso.

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