domingo, 19 de mayo de 2019

Sempiterno

- Cálmate - me dijo.
- No puedo.
- Lo estoy sintiendo, pero debes hacerlo.
- Ayúdame.

Escuché las paredes de los túneles temblar, resquebrajarse. Su voz volvió a mi mente.

- Si necesitas ayuda, es que debes volver.

Me lo pensé un instante. Intenté visualizar la trayectoria que me había llevado hasta ese mismo punto de la historia. Había solo retazos, como si en algún momento hubiera olvidado a propósito ciertas cosas, imágenes, recuerdos. Negué con la cabeza. No había más remedio. Me levanté. Me sacudí el polvo de las piernas y me erguí. Noté otra presencia detrás de mí.

- ¿Te vas? - su voz sí era nítida y reverberó en aquel lugar tan extraño.
- Lo necesito.

Pero mientras avanzaba hacia las salidas que habían aparecido ante mis ojos, notaba que dejarle atrás me quemaba como unas brasas a medio arder. Me giré y le miré a los ojos. Había una duda en su semblante.

- No podría elegir - sonreí.

Al cabo de unos instantes, sus ojos rieron también. Noté como lanzaba su aura contra mí y cómo me reconfortó en cuestión de segundos. El amor que desprendía me hizo volar. Así que retrocedí sobre mis pasos y le abracé fuerte y eternamente, y consumí todo el tiempo que pude antes de soltarlo y buscar la salida de las grutas. Supe de pronto que, pasara lo que pasase, ya tenía otro hogar. Me pregunté qué habría pasado en la subrealidad en todo ese tiempo. Desgraciadamente, lo primero que sentí al atravesar la puerta fue... miedo. Algo no estaba bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario