domingo, 20 de octubre de 2013

El fuego de la muerte.

Un fuego fatuo prendió el cielo de una noche marchitada por la muerte que había tenido lugar bajo su velo. Se elevó desde el pecho del joven que lo había albergado y, deslizándose con lentitud hasta rozar la mejilla de tan hermoso ser, iluminó su rostro ceniciento. La pequeña que observaba la tragedia se tomó aquello como una señal. Se limpió con brusquedad las lágrimas, avanzó hasta el cadáver y besó sus rígidos labios, ahora tibios por la presencia espectral del fuego fatuo sobre sus cabezas. Ella nunca daba nada por perdido, ni siquiera algo tan obvio como la vida de ese chico que, sin embargo, ya estaba muerto. Por eso cuando no ocurrió absolutamente nada, cuando sus ojos se clavaron en las pupilas inertes de quien ya no estaba allí, la ira manó de sus entrañas y, alzando el puño, golpeó con fuerza el pecho de quien debería haber revivido tras su beso de amor. Y entonces ocurrió el milagro. El fuego se ocultó de la tempestad traspasando la carne muerta, y el joven despertó.

3 comentarios:

  1. Final inesperado y sublime =) me encantó =)

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  2. Hola Alba!! Me encanta tu blog y, aunque no escribes con asiduidad, espero con ansia cada relato tuyo. Por eso te he nominado al premio Liebster award. Es un premio un poco raro de explicar así que lo mejor es que te pases por mi blog http://relatosdelbaul.wordpress.com para ver la información sobre él.

    Un saludo!!

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  3. ¡Vaya! Qué halago. Justo ahora iba a escribir. Luego me paso por tu blog, muchísimas gracias :)

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