sábado, 28 de abril de 2018

Cuerpo a tierra

A veces el aire se me atragantaba y me quedaba varada en el camino. Con los brazos abrazándome y la frente sobre la arena mojada, me quedaba arrodillada y encogida bajo la lluvia como esperando la redención. Al rato me incorporaba, ya herida de gravedad, y dejaba que las nubes me lavaran la cara e hicieran desaparecer la consciencia de que también lloraba. Miraba al frente aun sentada sobre mis talones y apretaba mis manos sobre el regazo.

No quería seguir caminando. Esa era la realidad. Quería quedarme ahí, hecha una bola, mientras los fantasmas del pasado narraban mi historia y otras muchas con las que se había entrecruzado, hasta dejarme atontada.

De pronto recordaba que si quería escribir nuevas tramas tenía que seguir adelante, y sentía mis pies moverse para impulsar mi cuerpo titubeante sobre la grava. Una vez recorrida la senda, sabía que sólo quedaba confiar en que los mejores cuentos prevalecieran sobre los que necesitaba borrar de la mente, para dejar por fin de caerme durante la travesía.

2 comentarios:

  1. Exquisito. Enhorabuena, ahora sólo falta ponerlo en práctica y seguir avanzando, que es lo mismo que crecer... porque cuando se avanza en la vida se crece.

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