jueves, 17 de mayo de 2018

Perdedora

Cuando tienes menos de cinco años, no sueles recordar muchas cosas. Supongo que yo soy esa clase de excepción que da ganas de entornar los ojos. Me acuerdo de mil imágenes, incluso de gente que dejó de existir cuando yo tenía a penas un año, solo porque me cantaba canciones.

Ayer, reflexionando sobre todo lo que podría contaros de mi pasado infantil, tan difuminado en la mente de una niña pequeña que aún no comprende muy bien el mundo, me di cuenta de algo sorprendente. La mayoría de cosas que recordaba, y con una claridad afilada, era el "haber perdido cosas". 

Por ejemplo:
  1. Recuerdo que mi madre me compró una pelota de goma con una figurita de un animal dentro, que giraba cuando la agitabas, y que un niño más mayor me la quitó amenazándome con ahogarme si no se la daba. Fue la primera vez que me di cuenta de que un sexo tenía más fuerza que el otro. 
  2. Recuerdo también unos pendientes con mariposas rojas y un anillo pequeñito a juego que me habían regalado. Jugando en la arena del patio, el anillo se hundió entre el polvo y nunca lo encontré. Me sentí fatal por decepcionar a quien me lo había comprado. 
  3. Recuerdo haber llevado al cole un libro de una colección de cuentos que tenía, concretamente el tomo de Rapunzel, y que me desapareció, supongo que porque a algún niño le gustó tanto como me gustaba a mí. Aun hay un hueco vacío en la colección, y lo odio.
  4. Recuerdo que una vez un niño se comió mi merienda y se lo tuve que decir a la profesora. Lo solucionó dándome el apestoso sandwich del chico. Yo llevaba toda la hora esperando para comerme mis galletas de dinosaurios.
Creo que esta característica de mi memoria se afiló con los años, porque cuando crecí me siguió pasando lo mismo. Cosa que perdía, cosa que recordaba con una lucidez que me horrorizaba. Además, son memorias que me hacen daño. Haber perdido objetos que me han regalado con cariño, a los que estaba apegada, que me los hayan robado... y lo peor es que también me pasa con las personas, y eso me atormenta. Los sentimientos de pérdida, ligados a imágenes del pasado, son como astillas.


Quizás por eso no debería mentir más y decir que se me olvidará esto o aquello.
Cuando dejo algo atrás y no me parece correcto, no puedo hacer que desaparezca de mi mente.
Nunca he podido.
Vaya forma de masoquismo.

3 comentarios:

  1. Creo que a todos nos ha pasado algo así alguna vez, siempre hay un abusón que jode las cosas. Creo que siempre te vas a acordar de esos momentos de decepción y cómo te sentias.
    Como se llamaba la colección?

    ResponderEliminar
  2. Es muy cierto Alba, recuerdo que una vez perdí un personaje lego en un florero grandísimo. Tenía aproximadamente unos 3 años... no lo había visto de esa manera, el perder cosas nos afecta a tal grado que genera un "algo" en nuestra memoria que nos hace recordarlo de manera clara. Saludos y que estés bien. :)

    ResponderEliminar
  3. Si quiero olvidar algo lo escribo.
    Hace un tiempo tenia un blog, que cumplía la función de pensadero. Algo parecido a tu blog. Al tiempo lo borré.
    Lo que había escrito no lo olvidé por completo, pero ya no me afecta tanto como antes.

    ResponderEliminar