Unos metros antes del final, posa el farol sobre una roca recubierta de musgo, abre la puertecita frontal y sopla la llama. El humo serpentea hacia las estrellas y el olor a quemado se le enreda en el pelo. La oscuridad lucha con las estrellas mientras ella avanza, apartando ramas y zarzas del camino. Tantea sus propios filtros y se asegura de que estén en su sitio. Segundos después, empieza a escuchar los murmullos, las voces. Ve las siluetas de dos jóvenes, pasándose lo que parece un vaso, a contra luz de una hoguera. Se hace pequeñita tras un tronco, alerta, escondida.
— ...terminar siendo de esta manera —suspiro de alivio—. Son demasiadas cosas, debería estar con ella.
El silencio se hace grande. Se remueve en su sitio, inquieta, escuchando el leve crepitar del fuego.
— Se apaña bien sin estar aquí escuchándonos a todos a la vez —comenta otra voz. Por algún motivo, se relaja—. Por mucho que me joda decirlo, a veces sobramos. Es inaguantable estar oyendo toda la mierda de arriba y repetir como loros lo mismo una y otra vez, en diversas versiones, a la cual más absurda y alejada de la realidad. A lo mejor es hora de que todo el mundo se relaje, montón de personas en el que me incluyo.
— Has sido un poco tirano — murmura la voz más tranquila.
— He sido lo que creía que tenía que ser para que se dignase a oír. No creas que no sabía que cogería y haría lo que quisiera después.
Se escucha una risa grave, contenida. Algo en su tripa también vibra con diversión. Cierra los ojos, se sienta sobre las raíces del árbol y apoya la cabeza en el tronco.
— Puede llegar a ser muy obstinada. — Se interrumpe para beber—. No sé a quién me recuerda.
— Controlo más que ella e intento protegerla.
— Intentamos protegerla.
Tras una pausa, oye el choque de dos vasos y se le escapa la sonrisa.
— A pesar de todo, cuando vuelva tengo que decirle...
— Alain — interrumpe la voz más dulce.
— ¿Qué? — Suena como un chasquido.
— "A lo mejor es hora de que todo el mundo se relaje".
— Qué perro eres.
Y mientras el sonido de la madera al ser movida se mezcla con sus carcajadas, nadie se percata de que unos pasos livianos se alejan en busca de un farol abandonado.
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