jueves, 23 de marzo de 2023

Acceso directo

 "Ojalá entendieras cómo te veo". La voz resuena en su cabeza. Vuelve a empezar la conversación, añadiendo las cosas que borró antes de enviar. Ante sus ojos pasan coches, más coches, un rebaño desbocado hacia todas partes. "Es el cariño". Escenifica la situación, murmura las palabras mientras la mitad de ella está en un sitio inalcanzable para la mayoría. "Me matas. Por favor, para. Para un momento". Pisa el freno de golpe y las manos se le tensan sobre el volante. Se queda a un centímetro del coche de delante. Un imbécil se ha cruzado de mala manera.

Sacude la cabeza y cierra los ojos un segundo mientras vuelve a arrancar. Se le ha calado. Le lleva dos intentos recuperar el control, el corazón a cien. El de atrás pita, otro tonto al contador. Su único consuelo, las montañas que asoman frente a ella y, sin embargo, el shock del momento la persigue todo el trayecto cuesta arriba. Vigila con tensión el velocímetro. No quiere perder ni un minuto en llegar, las montañas están cada vez más cerca. Su paz.

Aparca cerca de la tienda, se frota la cara y mira el escaparate, sumido en la oscuridad y esperando a que ella lo ilumine. El corazón como un tambor. No puede. "Respira un momento". No. Para de irte, Alba. Se regaña a sí misma. Deja de cambiar de mundo. 

Mira el reloj del salpicadero. Le quedan 15 minutos. Sale del coche, cierra de un portazo y corre cuesta abajo. Atraviesa el parque y el merendero. Las familias la observan con curiosidad, pero pasa de largo con un objetivo claro. Cuando alcanza el borde del agua, el sol le golpea la cara. Respira. Respira. Respira. Apoya las manos en las rodillas. Le gustaría gritar, pero montar una escena no entra en sus planes. Mira el agua fijamente hasta que se tranquiliza. 

El hilo que une sus dos mundos sigue tirando de ella, insistente. Cierra los ojos un segundo y se concentra sólo en el que no pertenece a la realidad. Un susurro inconfundible traspasa sus defensas.

- Llevas un mes entero desdoblándote. Necesitamos que mantengas el control.

Su atención regresa a la orilla, a las manos que le tiemblan, al aire que no la llena. Piensa en una imagen que ha robado de la Subrealidad, una mano tendiéndole una taza de té humeante. Sonríe.

- Va a estar complicado - murmura.

Se gira para regresar y, automáticamente, el bucle comienza de nuevo. Vuelve a revivir cada conversación mientras busca las llaves de la puerta. "Ojalá supieras..."



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