Cuando voy a decir algo, me quedo afónica de repente.
Cuando voy a escribir, solo existe la tecla de borrado.
Aun sintiéndome más llena de palabras que nunca... me quedo una y otra vez en silencio, dudando. Termino escuchando lo que ya se ha dicho y tu voz me reconforta. Mientras reverbera en mis oídos, me siento como si algunas cosas hubieran logrado escapar entre los barrotes de mis jaulas.
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